Era mi cumple número treinta y cinco y estaba trabajando en la oficina de concursos que está en un entrepiso, mientras mi hija dormía su siestita en el jardín maternal de la planta baja de la facultad. Casi todos pudieron subir a saludarme y hasta mi mamá pudo retirarla antes por el jardín, para venir juntas a abrazarme. Mientras yo pedía una torta helada por teléfono, mi amiga Lola les vendía ropa y collares a mis compañeras del laburo. La torta llegó perfecta para compartirla y brindar, en ese paraíso hermoso que era trabajar mirando la flor plateada y rodeada de amigas y amigos.
Lugar: Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, CABA.