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Enviá tu
día feliz

Vanina Scolavino

Estoy en mi casa, llueve, Buenos Aires está dada vuelta, en todo sentido. Animica y corporalmente. Pasamos dos días por la plaza, la muerte nos agrupó a todos los que sencillamente creemos y porque eso es asi teníamos que estar ahí. No hay mucho recoveco en eso y no me refiero política con esto. Nos vimos ayer con F en la cola para entrar a la rosada y como me había anticipado hoy tenía su  recordatorio en mi casilla para los que venimos coleando con esto de pensar en nuestros días felices. Llegué en estas ultimas semanas a asumir que me costaba cumplir con esa premisa porque hay algo que me dice que la felicidad no puede ser contada, sucede y su valor es siempre en el presente. Es dificil entonces buscar tal o cual momento y por otro lado cómo no iba a ser obvia cuando la obviedad puede estar vinculada a picos de intensidad cósmica como puede ser el momento en el que se pare una hija?, o cuando salís por primera vez a ver qué pasa acá o muy lejos de acá y las siguientes veces mas y mas lejos. Pasaría entonces a ser muy injusta con la pequeñez, con los segundos. Afortunadamente tuve y tengo una vida muy feliz y siento esa plenitud, los momentos que no lo fueron también forman parte de los que si y asi se fue construyendo. Hace un rato leia esto sobre lo que estuvo pasando estos días:
 
Y creo que de alguna manera toda esa gente en esa plaza resolvieron esta tarea que tenía pendiente. Puedo pensar en todos los momentos,  y elegir a todos los momentos en los que logramos relajar la piel hasta que se transforme en un colador entre el afuera y el adentro. Porque mi imagen de felicidad tiene que ver con eso, con estar. En tiempo, espacio y alma.