10 de noviembre de 2010. El comienzo de mis días felices.
Un día apareciste y te sentaste a mi lado. Mientras miraba la ciudad desde la ventana sonreí y empezaste a contarme de tu música, de tu amor, de tus días, de vos. Debes saberlo, tengo malos hábitos. Soy miedosa y mi risa es escandalosa. Me gustan las tardes de domingo y nunca leo las noticias. Me dijiste que te quedabas, te quedabas a ver lo bueno, eso que nadie ha visto. Quédate para que bese tu garganta y tu nariz, para que te haga café aunque no sepa hacerlo, para que te cuente sobre mis películas y algún que otro libro. Quédate para dormir hasta tarde, para salir a caminar y tostarnos la piel en un día soleado. Para volvernos chinos de risa y salir a pisar hojas secas mientras hablamos de amor. Para que cenemos juntos y nos quedemos a hablar de no sé que cosas, pero juntos. Quédate para que compartamos los días buenos y abrazos en los no tan buenos. Para las peleas y las reconciliaciones. Quédate para que compartamos la vida. Seamos novios eternamente, con besos y abrazos eternos. Se mi novio infinito. Como esos amores a la antigua, con el alma. Para siempre. En esta tierra o en el cielo. En esta vida y en todas las otras.