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Enviá tu
día feliz

Pancho Marchiaro

Tómese sólo, acompañado. Con hielo
 
A un día feliz hay que tomárselo, no es algo que te caiga del cielo así como así. Yo tomo, en un día feliz, mate cuando me levanto. La técnica clásica, nada de yuyos, nada de sacarina, bombillas compradas en Palermo u otras contemporaneidades. En esto hay que ser radical: nada de nada. Yerba y agua. Y por cierto: nada de termos. El mate se toma mirando a la pava y la pava debe estar mirándote. Y al mate lo tomo sólo, antes de que nadie se levante. Compartir el primer mate es una boludez políticamente correcta para salames que nunca entendieron la verdadera izquierda. Con un poco de suerte se puede leer y ello, en un día muy especial, te garantiza empezar la jornada con una ménage a  trois (nada mal): vos, el mate y el libro.
Algunos tienen que trabajar. Una pena que me alcanza, pero afortunadamente tiene final: cada día terminas y volvés. Ya en casa es fundamental tomarte un tiempo para los tuyos:la mejor compañía. Yo, el día más feliz de mi vida hice una película con mi hijo y la proyectamos en una pared de su cuarto. Tenemos un Cinegraf del año del botón bumbala que nos regaló el amigo Dario. Esos que tienen chapa celeste (deben ser parientes cercanos del mecano). El guión de la película que realizamos y proyectamos ese día fue ideado por Remo, que tiene 3 años, y tal vez por eso el protagonista lucha contra un dragón y huye en un taxi.
Termina el día, ya todos duermen en casa. Hasta los contactos de Facebook que viven en los países más remotos se clavan un pijama o se rascan el trasero por debajo del calzoncillo. Por tu parte, bajas la caparazón de la notebook y te tomás algo. Con hielo. Con onda. Con tranquilidad, que mañana otra vez te espera un día, seguramente el mejor. Cheers.-
(claro con esos cubitos…)