Hoy después de muchísimos años me pude bañar solo.
Parado y cantando gracias al trasplante bipulmonar que me realizaron los increíbles profesionales de la Fundación Favaloro.
Este milagro fue posible gracias a que una familia en el momento más difícil dijo sí, dono los órganos, para que alguien pueda tener un nuevo comienzo.
Estaba tan feliz que la mitad del tiempo lloré de la alegría. Fue un momento increíble. Tanta alegría junta... La salud hay que agradecerla día a día, nunca darla por segura.
¡Gracias a Dios por esta nueva oportunidad!