
De pronto, un pequeño viento feliz por la conciencia
de unos ojos enfrente,
una ventana con luz, una ilusión de porvenir,
un perro, un hermano de fideos y Campari,
cinco plantas, la visión de un gato que se recorta a contraluz
en una ventana vecina,
un conjunto de cielos cambiantes y sucesivos,
la posibilidad de fotografiarlos,
una versión nueva y presente de septiembre y sus olores,
una mancha verde de mate en una letra apenas desdibujada,
junto a las ganas de escuchar una melodía
e inventar un mundo.