Tras 1 semana en Nepal en las alturas de un pueblo cercano a Kathmandu, decidimos madrugar para ver la salida de sol... Guau! Nos quedamos mudas. Más allá del sol lo más impactante fue el silencio. Omnipresente e inmutable silencio. Con el Himalaya de fondo, la absoluta ausencia de civilización, la paz y la armonía de lo que se nos presentaba ante nuestros ojos era casi inverosímil.