
Algo que me da felicidad es ver el camioncito de la panificadora Laborde. Cuando lo conocí, fue amor a primera vista. Estaba enfrente de mi casa, estacionado, debajo de los árboles con una luz suave, de mañana. Después de eso, empecé a ver seguido el camioncito. Una vez lo ví en Belgrano y La Rioja y empecé a seguirlo. Ahora me dí cuenta de que somos un poco almas gemelas. Distribuyen pan en la cuadra de mi casa y en el bar donde tomo café a la mañana. Nuestro radio es el mismo. El camioncito está cuidadísimo. Está pintado por un letrista (muy capo) en colores hermosos. Es viejo y está muy bien conservado (el teléfono no tiene 4).
Hoy a la mañana salí de mi casa y ellos (el camión, mi amigo chofer y su ayudante) llegaban a mi cuadra. Me tocaron la bocina, nos saludamos. Fuimos felices ese instante y cada uno siguió su camino.