Recuerdo ese momento. Estábamos juntos en el Philadelphia Museum of Art, mirando la colección de Marcel Duchamp para lo que habíamos viajado especialmente.
Me pidió que me detuviera allí, justo detrás del Gran Vidrio y disparó: una foto Polaroid que miramos aparecer con ansiedad. La guardé con tantas otras cosas que traje, de ese viaje y de muchos otros. Como todo principio, esa relación (la nuestra) en ese momento era un gran interrongante. Tal vez quedara sólo en ese viaje, o tal vez no.
Habíamos comenzado hace sólo unos meses a ser amantes y nos estábamos conociendo, Puedo describirlo perfectamente como un momento feliz, y ese período sin dudas como Días Felices... así, con mayúsculas...
Tiempo después descubrí que él también se refleja, esta ahí apuntándome con su cámara, en la parte inferior de la fotografía. Me gustó mucho más desde entonces, me parece que atrapa ese instante en el que nos miramos y también me recuerda ese momento, en el que todo era promesa. Para mi dolor, compruebo que la imagen se está borrando. Esta desapareciendo, de a poco. Son así las Polaroid... ya la tengo digitalizada pero no es lo mismo. No lo hice en esos días, y perdió mucho de sus detalles. Me da miedo pensar cuando ya no pueda verse yo mirándolo, el mirándome y ese momento, existieron, pero algo de eso se diluyó. Es algo que persiste en mi memoria pero que de alguna manera no es posible atrapar Como la foto Como cada uno de los días felices...