Cada vez que abro esa puerta
en el instante en que digo sí
dejo al polvo esparcirse
zumbar a los mosquitos
y crecer la hierba mala.
Cuando creo entender algo
más allá de los caramelos,
de las voces impostadas
que predican teorías.
Estoy a punto.
En la última puntada del tapiz,
en la hora 25 de una mariposa.