He aquí mi día feliz... un baño de río en el Tigre, lugar al que visité muy poco hasta que lo redescubrí en los últimos años gracias a Victoria, mi mujer. La primera vez que fui era un niño y me caí de un velero, un susto grande, la pasé mal... De adolescente me daba fiaca el tren y la lancha, los mosquitos, las crecidas. Ahora que soy adulto necesito agua y aire, por eso sueño cada día con escapar a alguna isla del delta, ir a una casita con perfume a selva y a espiral para comer asados y bañarme una y otra vez en sus aguas barrosas en medio de la vegetación infinita.
Soy feliz mirando ese día feliz, el del chapuzón en un muelle destartalado, la vez que me rencontré con el Tigre bajo la complicidad del sol nuestro de toda la vida.